Senda de Peñafrancia, un paseo por la naturaleza

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En las últimas décadas Gijón ha conseguido un importante crecimiento de sus zonas verdes, hoy convertidas en lugares de esparcimiento. A apenas unos kilómetros del núcleo urbano podemos disfrutar de las maravillas que ofrecen sus alrededores. A través de sendas y caminos accedemos a una zona rural plagada de prados, carbayeras, cursos fluviales, acantilados o bosques. Son lugares sugerentes y repletos de una gran belleza natural, sin  olvidarnos de pequeños retazos del pasado como fuentes, casonas o lavaderos o muestras del pasado industrial, como la mina de La Camocha. Todo esto forma parte del patrimonio de la ciudad, que se conserva como fuente de información histórica.

En esta ocasión vamos a profundizar en la Senda de Peñafrancia, una de las más transitadas por los gijoneses, tanto para correr como para andar en bicicleta. Sigue las riberas del río Peñafrancia, que nace en la parroquia de Deva y que desemboca en el Piles, a la altura de las instalaciones deportiva de Las Mestas, cita obligada para los ciclistas y aficionados a la hípica (no olvidemos que la ciudad acoge todos los años una de las citas hípicas más importantes de España).

Esta senda parte en La Guía, junto al río Piles y muy cerca de El Molinón y de la playa de San Lorenzo. En unos metros se deja atrás un paisaje urbano para emprender una aventura por la naturaleza, donde en los pocos más de seis kilómetros del recorrido, pasaremos por el Campus Universitario de Viesques, la Universidad Laboral y el Jardín Botánico Atlántico de Gijón.

El recorrido se puede realizar corriendo en media hora (dependiendo del ritmo). La dificultad es baja y es apta para cualquier persona al ser una superficie prácticamente llana. Durante el paseo encontraremos pequeños bosques autóctonos, carbayeras, caserías, antiguos molinos y jardines, entre otras cosas.

Al comienzo de la senda se encuentra la escultura ‘Sentimientos’, en la que un hombre, una mujer y un niño con una bicicleta contemplan el Piles desde el puente. Cuando llevemos poco más de un kilómetros habremos dejado atrás la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, cruzando una carretera, que comunica con el recinto universitario. Pasearemos bajo la sombra de un denso arbolado, que rodea a un río que serpentea hacia la mar formando pequeños meandros. Este espacio nos conducirá a las instalaciones del Campo Municipal de Golf del Tragamón. Pasamos al lado de una panera (una evolución del tradicional hórreo, con seis patas en vez de cuatro y que fue ideada para meter el pan) que sobresale en un paisaje natural. A medida que avanzamos encontramos otra instalación deportiva, los campos de fútbol del Tragamón, donde celebra sus partidos el Club Deportivo Arenal.

A continuación entramos en la parroquia de Cabueñes, donde pasaremos junto al Jardín Botánico Atlántico, en la que está integrada la carbayera (con más de 300 carbayos) del Tragamón. A su alrededor hacen acto de presencia varios llagares y empresas dedicadas a la fabricación sidra.

Apartándonos un poco de las vegas del río Peñafrancia entramos por una zona residencia y rural, con casas de campo y fincas, que nos llevan entre prados y pomaradas (árboles de manzanas) y algún texu. A lo lejos observaremos la silueta de la Universidad Laboral, todo ello en un entorno donde tienen presencia la fauna doméstica de la casería asturiana: ovejas, terneros, gallinas, vacas, etc. Hay que hacer una pequeña parada en la Universidad Laboral, un recinto ideado por el arquitecto Luis Moya Blanco y que después de unos años en estado de abandono ha logrado integrarse en el paisaje gijonés acogiendo parte del Parque Tecnológico, Laboral Ciudad de la Cultura, Laboral Centro de Arte, la Radio Televisión del Principado y campos de béisbol, hockey y fútbol, entre otras cosas. El paso de los metros nos adentrarán en un paraje de gran belleza, con abundante vegetación en torno a las riberas. Saldremos a la carretera del camino del Trole, zona conocida por sus llagares. Aquí encontramos un lavadero, convertido en la actualidad en un área de descanso. Retomamos el trayecto junto al río, entrando en la parroquia de Deva, pasando por un puente bajo la autovía. Notables carbayos nos indican el camino hacia la iglesia parroquial de San Salvador de Deva, que tiene su origen en 984 y que nació como un monasterio fundadopor la reina Velasquita, primera mujer del rey de Asturias y León Bermuda II. Enfocamos la recta final de la senda, que nos llevará al lavadero de la fuente del Güeyu (ojo). Este lugar era el punto de encuentro antaño de las vecinas que realizaban la colada en esta fuente. Ahora es parada obligatoria para senderistas y cicloturistas que cubren los 6,1 kilómetros de la ruta. Este lavadero es también el punto de partida de la transitada travesía Gijón-Covadonga. Esta senda es propicia para todo tipo de personas, tanto para la práctica del ciclismo como del paseo.

Es una senda muy recomendable para los corredores, ya que apenas hay asfalto durante el recorrido y cuenta con pequeñas cuestas que le añaden un pequeño grado de dificultad al entrenamiento.